La buena suerte | Ctrl+Alt+Supr

No hay nada más conformista que echar la culpa de lo que nos pasa a la suerte. Es como quitarse un peso de encima y dejarlo en manos de algo sin rostro ni forma definida. Es cerrar los ojos ante lo que no queremos ni ver. Dejamos todo en manos de algo desconocido llamado la buena suerte. La suerte es un invento cultural que nos libera de la responsabilidad de nuestros propios actos cuando no satisfacen nuestras expectativas.
     Apelar a la mala suerte es una salida fácil a las dificultades que nos encontramos cada día en nuestro vivir diario. Creerse con mala suerte es quitarse un muerto de encima porque uno se libera de la obligación de hacer algo para que nuestros objetivos se cumplan. Se cree que la buena suerte es una serie de combinaciones aleatorias que coinciden favorablemente con nuestros objetivos y que desconocemos su funcionamiento.
                               
    Desde la Antigüedad todas las culturas han intentado saber qué sucedería en el futuro, porque la suerte de alguna manera está escrita de antemano en lo que tiene que venir. La Astrología leía la suerte en los astros, en sus posiciones e influencias de unos sobre otros. La Luna y sus fases también jugaban un papel importante. El Horóscopo es una forma muy popular de contar la suerte de cada uno según el día de su nacimiento. Muchos astrólogos afirman que los grandes personajes históricos nacieron durante la luna llena. Pero no se cumple esa afirmación en todos los casos, y muchos nacieron en la fase lunar menguante y creciente. 
     No deja de ser una postura cómoda conformarse con la suerte. La suerte por si sola no actúa. Querer saber la suerte de antemano es adelantarse a los hechos y así no tener que molestarse en hacer nada. Y entonces entra en juego la superchería, la superstición, la magia, brujería y un montón de métodos exotéricos sin ninguna base racional, lo cual les da todavía más un halo de misterio con los que esconder sus engaños. 
      Muchos personajes históricos dieron su opinión sobre la suerte. Y las opiniones son muchas y hasta contradictorias. Voltaire, filósofo francés del siglo XVIII, negaba el azar y afirmaba que todo se debía a alguna causa. El gran Napoleón Bonaparte estaba convencido que perdería en la batalla de Waterloo porque la noche anterior había soñado con un gato negro. Winston Churchill gustaba llevar un bastón al que le llamaba de la buena suerte. 
     Lo que sí es cierto es que las circunstancias unas veces son más favorables que otras. Y esa combinación de circunstancias favorables es lo que se considera buena suerte. 
     Cuando esas circunstancias no son favorables, los expertos en este tipo de asuntos lo tienen claro, hay que cambiar las circunstancias. Pero para hacer eso hay que reconocer los errores que cometemos lo que no siempre estamos dispuestos a hacer. Nuestra mente repite mas que innova, porque la repetición es más fácil y cómodo. Analizar errores nos duele y nos quita puntos en términos de autoestima. Reconocer que nos equivocamos muy a menudo no es algo que nos satisfaga en exceso. 
    Nuestra actitud ante la suerte es fundamental.   Nuestro punto de vista ante el fracaso es la piedra de toque. Caer en el desánimo no ayuda a seguir intentando conseguir nuestros objetivos. Y menos sentir miedo al error. Lo peor es tirar la toalla. 
     No siempre hechos que consideramos afortunados lo son, porque esos mismos hechos nos han conducido a situaciones muy desafortunadas. Las variables que influyen en el azar de los acontecimientos son incontrolables y no siempre son lo que en un principio parecen. Hechos considerados afortunados nos conducen a veces a hechos desgraciados. 
     Algunos ven en el comportamiento de la suerte ciertos principios de la física cuántica. Pero la suerte no tiene ningún comportamiento porque no es un sujeto, sino una abstracción, un concepto. Algunos realmente quieren desentrañar la fórmula mágica de la suerte, pero el atractivo de la suerte es su misterio. Y solo las actitudes constructivas y positivas actúan como verdaderos polos de atracción de la buena suerte. 

!Que la suerte os acompañe! 

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