En Movimiento. La ambientación como estímulo.

Son momentos difíciles para todos, los problemas sociales nos crean inseguridad y miedo. Los espacios en los que estamos un determinado tiempo pueden acentuar o estresar nuestro estado de ánimo, ya de por sí bajo, o contrariamente relajarnos, trasladarnos sin darnos cuenta a una actitud de pensamiento que nos relaja y tranquiliza de una manera natural.

Los interioristas son muy conscientes de este hecho y sus despachos suelen tener una armonía estudiada.  Las salas de espera son otro lugar donde el “ámbito” puede influir en la actitud de pensamiento de las personas que esperan.

La disposición del mobiliario, la luz, la amplitud o estrechez del espacio, los colores de las paredes, las pinturas, cuadros o motivos decorativos que contenga, todos estos elementos los percibimos de una manera global, inconsciente y determina nuestra actitud de pensamiento durante el rato de espera.

Probablemente alguna vez, durante una espera nos hemos encontrado en una situación de incomodidad, la solemos resolverse hojeando una revista en algún caso de cinco años atrás. No apetece “estar”, se ha de estar, no hemos recibido ningún estímulo para “quedarnos”.

También hemos tenido la sensación placentera que el sitio en el que te encuentras llama tu atención por algo que hace que te intereses hasta el punto de olvidar que estás en una sala de espera.

El Centre Mèdic Jaume I, siempre ha cuidado este aspecto en sus dependencias de la Calle Jaume I de Girona, edificio Centre Médic ha dispuesto un espacio visual su la nueva sala de espera.

El pequeño tiempo que hemos de esperar para realizar la tramitación del carnet de conducir o los resultados de las pruebas médicas cambia. La amplitud de la estancia evita sensaciones claustrofóbicas, la luz es muy buena y se ha decorado con obras originales de pintura y fotografía que dan a la estancia  un aire relajante, la contemplación de las diferentes pinturas ya de por sí nos traslada a nuevos lugares, la combinación de los formatos proporcionan equilibrio a la propia obra, permitiéndonos dejar volar nuestra imaginación en su contemplación.

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